
N° de páginas: 576
Editorial: Roja&Negra
Valoración: MB
Fecha de inicio: 3 de agosto
Fecha de término: 6 de septiembre
Cuando pienso en mi esposa siempre pienso en su cabeza. Para empezar, en su forma. Lo primero que vi de ella, la primera vez que la vi, fue la parte trasera de su cráneo. Sus ángulos tenían algo de adorable. Como un duro y brillante grano de maíz o un fósil en el lecho de un río. Tenía lo que los victorianos habrían descrito como «una cabeza elegantemente torneada». Resultaba bastante fácil imaginar su calavera. Reconocería su cabeza en cualquier parte.
La mañana del quinto aniversario de Amy y Nick Dunne, Amy desaparece en una escena violenta y sospechosa que lleva a la policía y el resto del pueblo a poner los ojos sobre su esposo, pero, ¿realmente Nick asesinó a su esposa? y lo más importante, ¿sería capaz de hacerlo?
Difícil es presentarlo sin relatar detalladamente el clímax de esta novela catalogada como thriller; pero supongo, que más difícil es, aceptar que es muy verosímil. Flynn se encarga de presentar a dos personas tipo unidas en matrimonio, que deja de lado todos los estereotipos, haciéndome cambiar de perspectiva sobre las dinámicas dentro en la unión, sumergiéndote en la cabeza de los personajes; probablemente los seres más desquiciados de Mississippi. De esta forma, en primera persona, como lector, juzgar y dar veredicto en aquél ritmo vertiginoso es inevitable, como lo es juzgarse a sí mismo.
A mi parecer, la mezcla entre los relatos de una historia de amor, que se mezclan con el presente y a la vez con los sentimientos internos de cada personaje llevan a una lectura exquisita; sin tapujos, hurgar en las reflexiones más íntimas de cada individuo en una relación parece un plan que lleva a sí mismo. Gillian me torturas.
Y lo que hay en su interior. También pienso en eso: su mente. Su cerebro, con todos sus recovecos, y sus pensamientos yendo y viniendo por dichos recovecos como rápidos y frenéticos ciempiés. Como un niño, me imagino abriéndole el cráneo, desenrollando su cerebro y examinándolo cuidadosamente, intentando apresar e inmovilizar sus ocurrencias. «¿En qué estás pensando, Amy?» La pregunta que más a menudo he repetido durante nuestro matrimonio, si bien nunca en voz alta, nunca a la única persona que habría podido responderla. Supongo que son preguntas que se ciernen como nubes de tormenta sobre todos los matrimonios: «¿Qué estás pensando? ¿Qué es lo que sientes? ¿Quién eres? ¿Qué nos hemos hecho el uno al otro? ¿Qué nos haremos?».
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